viernes, 16 de enero de 2009

Los SEQES y la ASTRONOMIA INKA

LOS SEQES Y LA ASTRONOMIA INKA

La división política del Imperio Inka (¿Fue un Estado, una Nación o un Reino?) en cuatro (tawa) grandes territorios o regiones (suyu), de allí su nombre: Tawantinsuyu, obedecía a una concepción muy original, una cosmovisión basada en una dualidad que se complementaba. De allí que todo lo existente tenía su mitad o contraparte y cuando se usaba la cuatripartición ( consecuencia de la división de la dualidad) también se unían las partes de dos en dos.
El Qosqo, como su centro u ombligo, representaba el corazón y el cerebro de las cuatro regiones unidas en este punto geográfico de carácter paradigmático. Aquí estaba el punto de partida y convergencia de cada una de ésas inmensas regiones.

Por las crónicas sabemos que del templo principal, el Qorikancha, salían en dirección de los cuatro suyus unas invisibles líneas conectoras a los numerosos adoratorios (wakas) que la ciudad-templo del Qosqo tenía y con ellos el vínculo con los seres tutelares o deidades de la religión andina. Cada adoratorio, lugar sagrado o templo menor estaba unido umbilicalmente con el Qorikancha porque constituía todo un sistema unitario y complejo de creencias religiosas.
Tales líneas conectoras eran llamados SEQES y fue el cronista Bernabé Cobo quien mejor lo explicó en el texto siguiente:
“Del templo del Sol salían como de centro ciertas líneas que los indios llaman ceques; y hacíanse cuatro partes conforme a los cuatro caminos reales que salían del Cuzco y en cada uno de aquellos ceques estaban por su orden las guacas y adoratorios que habían en el Cuzco y su comarca, como estaciones de lugares píos, cuya veneración era general a todos y cada ceque estaba a cargo de las parcialidades y familias de la dicha ciudad del Cuzco; de las cuales salían los ministros y sirvientes que cuidaban las guacas de su ceque y atendían a ofrecer a sus tiempos los sacrificios estatuidos” (1)

Hasta principios del siglo XX no se conocía nada de esto porque desde la época colonial (unos 300 años antes) habían sido borrados los vestigios de tales wakas y olvidados sus propósitos y rituales. Solo con el redescubrimiento de las crónicas y su estudio moderno supimos la existencia de estos lugares y acontecimientos. Y no fue porque los cronistas quisieran tratar de ellas como algo importante o edificante, ni maravilloso o sorprendente si no porque había que documentar su destrucción a manera de “pruebas de un delito” y solo porque era necesario “verificar su eliminación” y evitar que los indios continuaran haciendo ceremonias de “adoración al demonio” en tales lugares. Estos registros destinados a ser simples actas de trabajo de la “desaparición” del sistema de pensamiento religioso y sus actos rituales nos sirve hoy para reconstruir con mucho sacrificio esa ideología y religión perdida de nuestros antepasados.
En el rescate de este conocimiento ancestral es necesario ponderar el trabajo pionero realizado por el gran estudioso cusqueño, el Dr. Manuel Chavez Ballón y el aporte de otros investigadores extranjeros como John Rowe, Tom Zuidema, P. Kirchhoff, Wachtel, Urton, Bauer y otros; todos ellos desde mediados del siglo XX. Sin sus investigaciones y aportes no hubiera sido posible tener los elementos de juicio para tratar este tema.
Para aclarar algo más debo señalar que de los estudios de la mayoría de investigadores se concluye que los seqes fueron 41 y las wakas que se ubicaban a lo largo de esas líneas invisibles de conexión llegaron a ser 328, distribuidos del siguiente modo:
Chinchaysuyu (Ch.) : 9 seqes con 85 wakas
Antisuyu (An.) : 9 seqes con 78 wakas
Qollasuyu (Qo.) : 9 seqes con 85 wakas
Kuntisuyu (Ku.) :14 seqes con 80 wakas

Sin embargo, es necesario anotar que nuestro propósito no es el de tratar todo el sistema de seqes sino solamente, por la especialización de nuestro blog, de aquellos que guardaban alguna relación con la astronomía, incluidos los fenómenos atmosféricos a los que se creía parte de los fenómenos celestiales.
Como vimos en artículos anteriores los Inkas tenían una gran cantidad de deidades celestiales que formaban parte de su cosmovisión. Las constelaciones estelares formadas por estrellas brillantes y las constelaciones oscuras eran parte de ese mundo, por lo tanto habían wakas o adoratorios destinados a cumplir el ritual correspondiente para esas deidades.
Además de haber existido wakas en los lugares donde habían suqanqas o pilares destinados a señalar los movimientos del dios Sol en determinadas épocas del año, también hubo otros que señalaban salidas y ocasos de estrellas conocidas; y otras para aplacar la ira de sus dioses o deidades que intervenían en la naturaleza personificando fenómenos atmosféricos como el rayo, el arco iris, el granizo, etc.

Con respecto a los objetos celestiales que nos interesan, algunos investigadores como Zuidema, Sherbondy y Van der Guchte proponen que algunos seqes se proyectan hacia wakas que determinarían posiciones de salida o puesta de estrellas principales. Asi tenemos que probablemente algunos seqes del Chinchaysuyu tenían ese propósito: El sexto seqe apuntaría la puesta de la estrella Vega, el ojo de la pequeña llama brillante de colores ( o llamita de plata) en la constelación de la Lira (Ver el artículo correspondiente); el octavo seqe se alineaba con la puesta de la Qollqa (Pléyades), una de las constelaciones más importantes de la cosmología Inka; y el noveno seqe con la estrella Betelgeuse, la estrella roja que formaba parte de la gran Chakana Inka (Orión, en la astronomía occidental).
También en el Antisuyu estaban ubicadas algunas wakas relacionadas con objetos celestes; Asi, el quinto seqe señalaría la salida de la Qollqa (Pléyades) cuya observación servía para diagnosticar la cantidad y características del periodo de lluvias próximo y según ello tomar las decisiones previas a la siembra. El sexto seqe señalaba la salida de Betelgeuse (Orion), una estrella de la Chalana, presumiblemente por razones rituales.
En el Kuntisuyu era importante el primer seqe porque señalaba la salida de Beta Centauro, uno de los ojos de la llama sideral (Yakana-Qatachillay) que manejaba el ciclo de las aguas y las estaciones del año Inka.
Brian S. Bauer en su libro “Astronomía e Imperio en los Andes” refuta lo expuesto líneas arriba y dice que no existen tales alineaciones. Creemos, sin embargo, que hay muchos detalles y observaciones que deben ser hechos con mayor exactitud y determinar también los lugares precisos de las wakas en cuestión. Es probable que encontremos todavía alguna grata sorpresa: Tenemos más de un dato que confirma la hipótesis de que algunos seqes cumplían ese rol y en esa búsqueda estamos.

A continuación transcribiremos la relación de algunos de los seqes que Bernabé Cobo registró con motivo de cumplir la orden de “extirpar idolatrías” y que se relacionan con objetos de la astronomía.
Ch. 6:9 La novena waka del sexto seqe era un cerro llamado Quincalla, que está en el camino de Yucay donde estaban dos mojones o pilares que tenían por señal que llegando el Sol era el principio del verano (Invierno, en los Andes).
Ch. 8:7 La sétima waka del octavo seqe se decía Sucanca, era un cerro por donde viene la acequia de Chinchero, en que habían dos mojones por señal que cuando llegaba allí el Sol, había que comenzar a sembrar el maíz, el sacrificio que allí se hacía se dirigía al Sol, pidiéndole que llegara allí a tiempo que fuese buena sazón para sembrar y sacrificábanle carneros, ropa y corderillos pequeños de oro y plata.
An. 3:4 La cuarta waka del tercer seqe se decía Chuquimarca, era un templo del Sol en el cerro Mantocalla; en el cual se decía que bajaba a dormir el Sol muchas veces por lo cual allende de lo demás le ofrecían niños.
Ku. 13:3 La tercera waka del decimotercero seqe del Kuntisuyu era Chinchincalla, era un cerro grande donde estaban dos mojones a las cuales llegaba el Sol, era tiempo de sembrar.
En cuanto al clima y otros fenómenos atmosféricos habían otras wakas:
Ch. 2:3 La tercera waka del segundo seqe era un ídolo de oro macizo llamado “inti illapa” que quiere decir trueno del Sol, el cual estaba puesto en unas ricas andas de oro…
Ch. 4:8 La octava y última waka de este seqe era un cerro alto llamado Chuquipalta, que está junto a la fortaleza en el cual estaban puestos tres piedras en representación del Pachayachachic, Inti Illapa y Punchau… era tenido por adoratorio muy solemne.
Ch. 5:2 La segunda waka era un templo llamado Pucamarca… en el cual estaba un ídolo del trueno dicho Chucuylla.
An. 6:3 La tercera se llamaba Chuquicancha, es un cerro muy conocido, el cual tuvieron que era Casa del Sol. Hacían en él muy solemne sacrificio para alegrar al Sol.
An. 8:10 La décima se decía, era una piedrezuela que estaba en un cerro encima de Larapa, a la cual tenían por abogada contra el granizo: ofrecíanle demás de la ordinaria pedazuelos de oro pequeños y redondos.

Como ya hemos comentado, hoy en día, no queda una sola waka en pie pero de algunos de ellos gracias a sus nombres quechuas y algunos vestigios arquitectónicos se puede saber algunos datos como su ubicación geográfica y con ello su relación con los objetos celestiales que nos ocupan. Será cuestión de seguir buscando y analizando la información.

(1) Brian S. Bauer : "El Espacio Sagrado de los Inkas, El Sistema de Ceqes del Cuzco"
Cusco, Perú, Marzo,2000.

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